Nov 4 2014
TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN
La atención define el control activo que el organismo ejerce sobre el entorno de una persona. Es necesaria para el ejercicio de las funciones mentales y la recepción sensorial: favorece la precisión del pensamiento y guÃa su dirección. No existe un centro único de la atención, sino una red que se extiende sobre varias áreas anatómicas que se encargan de atender diferentes funciones.
¿Cómo se comporta un niño con trastorno por déficit de atención?
Un niño con déficit de atención tendrá dificultades para dirigir su atención y controlarla, asà como para prestar atención de forma voluntaria a un punto focal y mantenerla durante un tiempo suficiente como para poder integrar una información completa.
Los niños con trastornos de la atención con o sin con hiperactividad, presentan procesos multicausales y multifactoriales, por lo que no existe un tratamiento universal para estas condiciones.
La preocupación de los padres buscando respuestas para dar solución a las dificultades de  sus hijos, se convierte hoy en dÃa en un verdadero peregrinaje por distintos especialistas.
Finalmente, muchos acaban acudiendo a consultas de optometrÃa buscando soluciones diferentes a las que han probado hasta ese momento.
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 La visión como proceso de entrada y salida de información
Desde la OptometrÃa Comportamental se pueden ofrecer respuestas dentro del ámbito de la visión que ayuden a estas personas diagnosticadas a mejorar su vida personal  y siempre complementada con la ayuda farmacológica, médica o psicológica si fuese necesario.
Para entender cómo podemos ayudar a estas personas, debemos detenernos un momento en la visión, entendida como un proceso: un proceso de entrada y otro de salida de información.
En la entrada de información visual, analizamos todas aquellas áreas relacionadas con el input visual:
- Salud ocular (necesitamos tener ojos sanos, para luego comprobar que funcionan bien)
- Agudeza visual (mide cuánto ve la persona)
- Movimientos oculares ( valoramos si es capaz de mover los ojos en todas las direcciones del espacio)
- Acomodación (para poder enfocar con nitidez y precisión)
- Visión binocular (los dos ojos han de trabajar en equipo, a la vez, para asegurar una fusión de las dos imágenes en la retina)
Pero la visión es también un proceso de salida. Una vez la información entra en el sistema visual, y lo hace con equilibrio, organización y eficacia (porque las habilidades mencionadas anteriormente asà lo han permitido), ésta ha de ser analizada por las estructuras encargadas de ello, para finalmente dar una respuesta de salida. Esta respuesta es la que habitualmente valora nuestro sistema educativo (una mala nota en un examen, un mal comportamiento, no parar de moverse, dificultades para prestar atención en clase, problemas de concentración, etc.). Hay que pensar que, si la información no entra bien, será difÃcil que salga bien…
Los procesos atencionales implican haber desarrollado destrezas con un nivel de ejecución sofisticado y que han de construirse sobre unas bases previas bien consolidadas y que requieren de una organización neurológica adecuada en el desarrollo del niño.
El desarrollo motor es primordial en el aprendizaje de estas habilidades complejas, entre las que se encuentran los movimientos oculares automáticos, por ejemplo, tan imprescindibles en los procesos lectores.
¿Cómo trabajamos con un niño que llega a nuestra consulta con un diagnóstico de TDA-H?
En primer lugar, realizamos una anamnesis completa en la que solicitamos información relativa al embarazo de la madre, el parto y el desarrollo del niño durante los primeros años de su vida.
Prestamos mucha atención a aspectos importantes como la salud del niño, antecedentes familiares, alimentación, información escolar, desarrollo motor y emociones, entre otros.
Seguidamente haremos una evaluación optométrica completa en la que se exploran las áreas mencionadas anteriormente, para comprobar que el sistema ocular está sano y que la información que recibe el niño lo hace adecuada y eficazmente.
Muchas de estas áreas requieren procesos en los que la atención está altamente implicada. Estos niños con dificultades para poder mantener la atención bajo su control suelen tener muchas de estas habilidades mal integradas.
El tratamiento para organizar los procesos atencionales incluye varios pasos:
- Mejorar los procesos de entrada de la información.
- Hay que trabajar con el niño para ver si tiene desarrollados o en potencia una serie de conceptos, como son la motivación, disciplina y la intención de mejorar. Estos aspectos son muy importantes, ya que es él el que va a hacer los cambios, nosotros le vamos mostrando diferentes caminos y herramientas para conseguirlo.
- Si el uso de una prescripción óptica es necesaria o ayuda a mejorar algunas de las habilidades del niño, es importante tenerlo en cuenta. Por ejemplo, un niño con una hipermetropÃa elevada tendrá que realizar un esfuerzo Ãmprobo para poder enfocar las letras que tiene que leer ya que, si éstas no están nÃtidas, será difÃcil que pueda prestar atención en ellas.
- Además, trabajamos mediante programas individualizados de entrenamiento visual cognitivo para enseñar al cerebro cómo tiene que realizar ciertas tareas o acciones para que la información que recibe lo haga adecuadamente. Por eso, vamos a dotarle de control sobre los movimientos oculares, de modo que sea capaz de leer sin esfuerzo y comprendiendo lo que lee, le enseñamos a usar su mecanismo de acomodación para que pueda enfocar con nitidez la información que tiene delante y que lo haga con rapidez y precisión; por último, aprenderá a trabajar con los dos ojos como si éstos fueran un equipo, contribuyendo asà a recibir una información de calidad que estará dotada de un componente altamente atencional.
- Una vez se está trabajando con las habilidades visuales fisiológicas para conseguir una adecuada funcionalidad visual, completamos el proceso mediante estimulación perceptual dirigido a áreas como la discriminación, memoria, equilibrio, ritmo e integración sensorial. En todos estos procesos, por supuesto, la atención juega un papel relevante.
El tiempo que precisa el tratamiento de un niño con dificultades para mantener la atención depende, como dijimos arriba, de muchos factores. Es por tanto, un proceso individual.
El niño que consigue estos objetivos se siente mejor, más válido y eficaz, lo que contribuye a elevar su autoestima, mejorando su calidad de vida. En este sentido, la optometrÃa comportamental y la terapia visual se convierten en herramientas al servicio de la salud.
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