Nov 24 2024
EVALUACIONES MULTIDISCIPLINARES
INTERACCIONES VISUALES DENTRO Y FUERA
En mi práctica diaria evalúo personas de todas las edades que vienen con sintomatología muy variada. Desde bebés a los que la abuela nota que el neonato tuerce un ojo, niños que tienen unas posturas extrañas en el pupitre, adolescentes con dolores de cabeza, jóvenes con dificultades de concentración, adultos con síntomas astenópicos tras el uso de dispositivos digitales y personas mayores con doble imagen después de sufrir algún accidente vascular o sistémico. Igualmente atiendo a personas con necesidades especiales, distintos tipos y grados de discapacidad física o psíquica. ¿Y sabéis qué es común en todas ellas?: Todas son PERSONAS.
Sí, y digo esto porque llevo muchos años trabajando para que se nos escuche, se nos atienda, se nos ENTIENDA y además, luego se nos intente ayudar en función de las necesidades que tenemos, pero también desde las herramientas que posee cada persona, no solamente las dificultades o los desajustes que evidencian una situación.
En este sentido, la evaluación visual que realizo en mi consulta de optometría comportamental se basa en la evidencia de la vida de las personas. ¿Es evidencia científica? Pues cuando se explica la neurología y el neurodesarrollo de las rutas visuales y la interacción entre el sentido visual y el auditivo como entrada de información, y se relaciona con las respuestas motoras de salida fruto del procesamiento de la información anteriormente citada, sí, claro que existe evidencia científica. Sin embargo, ¿Cómo explicar una sensación o un sentimiento que nos hace movernos o hacer una cosa u otra?. Quizás esto no disponga de la misma categorización, pero en mi opinión es un aspecto que no se debería olvidar nunca en cualquier evaluación.
Es por ello que escribo esta entrada. Creo que es fundamental entender que el profesional sanitario, terapeuta, rehabilitador, etc., deberíamos intentar visualizar la escena completa del paciente al que se le está evaluando, asociar sintomatología y capacidades / necesidades de la persona, realizar la evaluación que consideremos adecuada en cada caso y aportar un mapa de posibles soluciones que traten de ayudar a mejorar la situación del paciente.
Muchas veces, casi siempre, los síntomas que refiere la persona no se deben a una sola causa; incluso ésta no se encuentra dentro de un mismo sistema funcional. Es fundamental tener la mente abierta para poder pensar que ese síntoma («me duele la cabeza…») puede tener que ver con el esfuerzo para enfocar un texto, para mover los ojos y buscar una información determinada, para no ver doble o, por otro lado, por ejemplo, por una mala postura del cuerpo en la silla, por una excesiva tensión al masticar, por un problema vascular, o por una de tantas otras causas.
Es entonces cuando hemos de pensar en la persona, ¿Cómo le puedo ayudar, qué es prioritario?
Está claro que la salud es lo primero que hay que tener bien vigilado, por lo que la participación del médico especialista que constate que todo está en orden es importante. Luego, disponiendo de un sistema sano, hemos de ver cómo funciona éste, en conjunto y cada una de sus partes aisladas, y ahí intervenimos todos los profesionales de las diferentes disciplinas encargadas de la evaluación de las áreas sensoriomotoras de entrada y de salida (neuro psicólogos, logopedas, optometristas, osteópatas, audioprotesistas, fisioterapeutas, etc.). Una vez realizado un diagnóstico más concreto entra a formar parte del tratamiento el profesional correspondiente dedicado a mejorar la situación que está desajustada (terapeuta, rehabilitador, etc.) salvo que la solución al problema sea de otra condición.
Y es por esto que, la visión, es un PROCESO, de entrada y de salida, donde muchos profesionales estamos implicados y debemos trabajar en equipo o en sincronía, de alguna manera, con la finalidad siempre de intentar ayudar a la PERSONA.
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